El descontento puede esconder un deseo insatisfecho, escúchalo
Detrás de frases como “¡Qué fastidio!”, “no lo soporto, otra vez con lo mismo”… se oculta una insatisfacción: ¿necesitas escaparte de la rutina?, ¿tomarte las cosas más a la ligera? Aunque no lo parezca, evitar que eso que tanto te saca de quicio deje de enojarte sólo depende de ti.
Platón estaba convencido de que hay dos formas de inconformismo: uno activo, que ayuda a avanzar, y otro indolente y plañidero, que estanca a la persona. Si bien el primer impulso cuando algo no sale como queríamos es quejarnos, conviene superar esa reacción automática cuanto antes. Sólo así podrás pasar página, si es que se trata de algo sin importancia –sufrir un atasco, haber perdido algo, etc.-, o encontrar la solución a todos tus lamentos –te falta tiempo para ti, no encuentras tu sitio, etc.-. “El descontento es el primer paso en el progreso de un hombre”, decía el genial escritor Oscar Wilde.
El origen del malestar
Parafraseando el refrán: dime de qué te quejas y te diré cómo eres. Descubre, a continuación, lo que se esconde detrás de cada una de tus protestas.
- La raíz del conflicto. Todo lamento implica en sí
mismo un deseo de cambio. Cuando tus quejas se dirijan demasiadas veces
hacia un mismo terreno –la pareja, el trabajo, tu familia, tus vecinos,
etc.-, intenta sacar conclusiones y atender esa necesidad como se merece. De
esta forma, la queja no sólo te traerá el reconfortante consuelo de los
tuyos sino también la llave que cerrará la puerta a futuras frustraciones.
- Recapacita. ¿Te quejas constantemente de
que tus esfuerzos no tienen recompensa? Tal vez estás poniendo demasiada
carne en el asador y tu depósito de energía vital está bajo mínimos. ¿Qué estás
cansado/a de hacer siempre lo mismo? Tal vez necesites introducir el
factor sorpresa en tu vida. ¿Qué la gente no te valora lo suficiente? Tal
vez la única aprobación que necesites sea la tuya. Sólo se trata de
desenmascarar el conflicto y de afrontarlo.
DÓNDE ESTÁ EL LÍMITE: ¡BASTA DE “TERRIBILITIS”!La queja tiene sus funciones. El llanto del bebé llama la atención de sus padres –“quien no llora no mama”, que dice el refrán-, una queja constructiva en el trabajo o en casa puede hacer que recibas esa ayuda que tanto necesitas. Pero todo tiene un límite.
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Reconduce la situación
- En la senda del equilibrio. “Aprobarlo todo suele ser ignorancia; reprobarlo todo, malicia”,
afirmaba el escritor Baltasar Gracián. Hay épocas en las que uno puede
estar más “crítico con el sistema”, pero intenta que eso no inunde tus
pensamientos de pesimismo o afecte a tu relación con los demás. Las
personas que se quejan por vicio no tienen muy buena prensa porque suelen
ser algo quisquillosas y negativas.
- La mejor táctica. “Quejarse es inútil, una pérdida de tiempo”, suele decir el
científico Stephen Hawking. Cuando algo te irrite –la impuntualidad de
un amigo, la falta de tacto de un familiar, etc.-, piensa en las
posibilidades que tienes a tu alcance para resolver la situación. Para que
esta táctica funcione es requisito imprescindible que la solución sólo
dependa de ti. En el primer caso, puedes optar por citar a tu amigo media
hora antes o aprovechar el tiempo de espera haciendo algo que te guste. En
el segundo, intentar que los arranques de sinceridad de ese familiar dejen
de afectarte o verlo con menos frecuencia.
NO TE INSTALES EN
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