viernes, 14 de septiembre de 2012

¿Quieres ser más feliz? Olvídate de ser perfecto


Ser demasiado perfeccionista conduce a la aparición de estrés, ansiedad y trastornos alimentarios. Los expertos recomiendan fijarse metas realistas y entender que los errores son oportunidades para crecer como personas


“Lo más liberador es que te gusten tus imperfecciones”. Esta frase de la escritora Virginia Wolf podría resumir las conclusiones a las que han llegado los doctores Martín M. Antony y Richard P. Swinson, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de McMaster, en Hamilton (EE UU), para quienes la actitud excesivamente perfeccionista está asociada a una mayor presdisposición a padecer depresión, ira incontrolada, preocupación, y ansiedad social. La razón radica, según los expertos, en las elevadas autoexigencias a las que se someten las personas demasiado perfeccionistas. A estas personas, la posibilidad de cometer un error les produce un gran temor al fracaso, síntomas de ansiedad y un gran sentimiento de inutilidad. Las consecuencias son entre otras una baja autoestima y todo tipo de trastornos alimentarios.

Ser menos exigentes

Antony y Swinson aseguran que mediante una serie de estrategias y pautas de conducta es posible “desactivar” esa tendencia al perfeccionismo excesivo, minimizando la angustia y consiguiendo una autoevaluación positiva. Marcarse unas metas realistas, que respondan a los deseos y necesidades particulares, y fijarse unos límites de tiempo para cada proyecto son algunas de las propuestas de los expertos para frenar el exceso de autoexigencias. También es muy importante cambiar los pensamientos negativos y catastróficos respecto a la posibilidad de cometer errores por una sana aceptación de nuestras equivocaciones. Además, se recomienda establecer prioridades, diferenciando lo que es importante de lo que no lo es, y evaluar el éxito no solo en función de los logros sino de lo que se ha disfrutado en alcanzarlo.

Aceptar los errores

Pero lo esencial es ser indulgente con uno mismo y aprender a considerar los puntos débiles como limitaciones propias de cualquier ser humano. Todas éstas son conductas que permiten cometer errores sin sentirse culpable y entenderlos como “pistas” que nos indican dónde podemos incidir para mejorar.


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