domingo, 24 de noviembre de 2013

Controla las preocupaciones para conseguir un estado de ánimo más sereno


Priorizar lo importante y aprender a relativizar aportará paz a tu vida 

 Hay etapas de nuestra vida en las que los problemas nos superan o tendemos a sobredimensionarlos. Esta situación de intranquilidad condiciona nuestro día a día y nos impide avanzar. Analizar qué nos preocupa y si merece la pena invertir tanto tiempo en ello nos ayudará a valorar los problemas desde otra óptica y nos permitirá recuperar la calma


 Ver el vaso medio lleno o medio vacío sólo depende de nosotros. Frente a una situación adversa o una racha complicada, podemos reaccionar lamentándonos y considerándonos víctimas de la misma o bien encarándola de una forma positiva y asumiendo que los momentos menos fáciles forman parte de nuestra existencia y, como tales, nos ayudarán a evolucionar. 


 Toma la rienda y guía tus pasos 

 Las prisas, la necesidad de quererlo todo al instante y las autoexigencias laborales y personales que nos imponemos acaban pasándonos factura. Esto deriva en una serie de preocupaciones que pueden acabar convirtiéndose en el centro de nuestras vidas. ¡Ponerle remedio es más fácil de lo que parece


Sé selectivo/a. Muchas de nuestras preocupaciones surgen porque queremos acaparar demasiadas cosas. Elige qué es lo importante y descarta aquello de lo que puedas prescindir. Aprende a establecer prioridades y, sobre todo, a decir que no. Así, disfrutarás más intensamente de todo lo que hagas y evitarás situaciones de estrés. 
Controla tu vida. Cuando priorizas, automáticamente estás eligiendo una opción y descartando otra. Este proceso selectivo, además, te permite tomar las riendas de tu vida y tenerla bajo control. Ese dominio del entorno genera tranquilidad y la sensación de saber que eres dueño de tus actos. 
Pensamiento positivo. ”Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”. Esta máxima del primer ministro británico Winston Churchill resume a la perfección las distintas maneras de reaccionar de las personas frente a la adversidad. La misma realidad puede ser interpretada y vivida de dos maneras diferentes, dependiendo del enfoque que cada uno le dé. Además, nuestros pensamientos y acciones condicionan nuestras emociones, por lo que, si son positivos, incidirán favorablemente en nosotros y nos ayudarán a alcanzar la anhelada calma. 
Quítales importancia. Unido al pensamiento positivo, está la capacidad de valorar las preocupaciones en su justa medida. Aunque éstas puedan perturbar nuestra vida diaria, hemos de entender que son pasajeras y no deberían condicionar nuestro presente. 
Mímate. Intenta dedicarte un rato al día a ti mismo/a, aunque sean 20 minutos. Lee un libro, tómate un baño relajante o hazte un masaje corporal. Durante ese tiempo, toda tu energía se focalizará en esa actividad y los problemas quedarán en un segundo plano. 


 Confiar en ti: Garantía de éxito 

 Tú eres quien mejor sabe cuáles son tus puntos fuertes y débiles. Aprovecha esta ventaja para “dominar” los contratiempos y encontrar la paz y el bienestar interior. 
De frente. Busca el origen de tus preocupaciones y encáralas. Huir de ellas o aparcarlas es una solución válida sólo temporalmente, porque, al final, tendrás que acabar controlándolas. 
Aprendizaje útil. Poner en práctica tus recursos es una habilidad que te ayuda a saber qué aspectos personales debes reforzar para sentirte bien –como la paciencia o el tesón-. Este proceso es un aprendizaje muy útil para ganar confianza en ti mismo/a y conocerte más. 


 MANTENER TU MENTE OCUPADA: LA MEJOR DISTRACCIÓN 

 Dedicar una parte de tu tiempo a hacer cosas que te gusten y te aporten un beneficio personal es una manera muy saludable y divertida de despejarte. ¡Llena tus horas libres de actividades, disfruta de ellas y mantén las preocupaciones alejadas de ti! 
 • Lleva una vida social activa. Disfrutar de los amigos y de una buena compañía es la mejor terapia para estar entretenido/a. Haz planes en grupo, intenta mantener un contacto diario o muy frecuente con tus amistades y seres queridos y rodéate de personas optimistas y vitales. 
Haz ejercicio físico. Practicar algún deporte es un antídoto muy eficaz contra las preocupaciones y una gran ayuda para liberar tensiones. Muévete: basta con un paseo a diario para sentirte mejor. 
Aprende a relajarte. Algunas técnicas, como el yoga y el taichí, mejoran la respiración y ayudan a recuperar la tranquilidad. Encontrar la serenidad corporal mejora el ánimo. 
Disfruta del aire libre. La vida en la ciudad y en los núcleos urbanos y las obligaciones laborales pueden generar situaciones de estrés. Intenta escaparte de vez en cuando a algún lugar alejado de la contaminación atmosférica y acústica. ¡Deja que fluyan los problemas en un entorno natural! 
Descansa. Todas estas actividades deben combinarse con un buen descanso, la desconexión más confortable y efectiva. Intenta mantener las mismas horas de sueño durante la semana y acostarte y levantarte a la misma hora.





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